Huertos Sociales

En esta pestaña podrás encontrar un cuenta cuento, realizados por nosotros, sobre los huertos sociales ya que mis compañeros: Clara Jiménez Jiménez, María del Mar Sánchez Lara y Jaime Navarro Vera, y yo; Sara Oliva Yuste, hicimos un trabajo acerca de este tema, en la asignatura de Políticas del Bienestar Social, y quería compartir con vosotros el cuenta cuentos.

Hemos escogido esta temática por el interés causado debido a las nuevas implantaciones de huertos sociales, tanto en Arahal como en Gines. Creemos que es interesante indagar en este asunto ya que puede tener beneficios para la sociedad. Consideramos que es un tema bastante general y extenso, puesto que los huertos sociales pueden considerarse una actividad social, de ocio y de carácter pedagógico.

En este trabajo investigaremos sobre los huertos sociales, revisando fuentes bibliográficas para configurarnos una idea de los conceptos clave para abordar el tema.


A continuación, podréis leer el cuenta cuento y posteriormente encontraréis un vídeo realizado por los componentes del grupo (incluyéndome), en el cual aparece imágenes de los huertos tanto de Arahal como de Gines.  

Cuenta cuentos:


Erase una vez que era, tres jóvenes y entusiastas educadoras sociales que vivían en una moderna y bulliciosa ciudad.


Sus nombres eran Sol, Salud y Alegría. Cada una trabajaba con distintos grupos de personas.


Sol, tan cariñosa, era adorada por los chicos y chicas con autismo de la asociación donde trabajaban.
Salud, por su parte, aunque estricta, era el ancla de los drogodependientes con los que pasaba el día ayudando y guiando para que siguieran sanos.


Y por último Alegría era la sonrisa entre los tejados blancos, como se solían decir los jubilados a los que dinamizaba y, valga la redundancia, alegraba el día con sus actividades.


Las tres eran unas apasionadas de sus trabajos y siempre buscaban nuevas cosas que hacer, nuevas aventuras que compartir y nuevos retos que superar junto a sus usuarios y usuarias.


[SOL]: - Todos los domingos, llevo a mis chicos y chicas con autismo a una protectora de animales, allí ayudamos a los trabajadores de ésta a lavar, alimentar y pasear a los perros que están allí sin dueño.


[SALUD]: - Todas las semanas, elijo a varios usuarios del centro, vamos a un instituto de secundaria, allí les cuentan a los chicos y chicas su experiencia con las drogas y por lo que han pasado.


[ALEGRÍA]: - Los martes y los jueves por la tarde, tenemos clase de inglés con mis jubilados, estamos preparándonos para el viaje de intercambio que haremos a Londres en verano.


Pero las tres educadoras nunca estaban conformes, siempre querían encontrar nuevas formas de hacer felices a las personas con las que trabajaban. Fue, como siempre solían hacer, investigando, como dieron con los huertos sociales. A todas les pareció que les podría venir genial a sus usuarios.


[SOL]: - Los huertos son maravillosos para las personas con autismo, es un trabajo en grupo, lo que les ayuda a relacionarse, además de que es un trabajo físico que les potencia sus carencias de psicomotricidad.


[SALUD]: - Para las personas que están saliendo de una adicción, el trabajo físico y de crear algo es muy satisfactorio, les hace no pensar en las drogas y sentirse bien sin ellas.


[ALEGRÍA]: - Si todos mis jubilados y jubiladas tuvieran un huerto, podrían ocupar parte de su tiempo. Además, podrán tener hortalizas tan buenas como las que comían de pequeños, ¡seguro que están encantados!


Pues dicho y hecho, las tres comenzaron a trabajar en sus respectivos proyectos, buscando más beneficios que los huertos pudieran aportar, pues se dieron cuenta que eran muchos más de los que habían pensado al principio.


Encontraron también que no eran las primeras en usar los huertos con fines sociales, colegios, asociaciones, ayuntamientos y muchos más habían descubierto lo mismo que ellas… “Quien tiene un huerto, tiene un tesoro”.






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